Ninguno nos conocemos del todo, y hace falta una situación extrema para que descubramos lo poco que sabemos de nosotros mismos. A solas creemos vislumbrar a veces algo de nuestro yo esencial -soy nerviosa, soy sensible, nunca diría esto, nunca me pondría aquello, nunca probaría lo otro, nunca llegaría a hacer una cosa así, nunca me sentiría atraída por tal o cual persona, este límite nunca lo sobrepasaría...-, pero al final esto no es más que una parodia íntima y el día menos pensado, en la situación aparentemente más cotidiana, descubimos que todos los límites son sobrepasables. Vivimos más o menos felices mientras no sabemos lo que somos, pero todo cuanto somos consiste en lo que no somos, porque siempre nos engañamos en lo que creemos verdadero.
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